Siembra vida y cosecharás muerte
A unos kilómetros de la minera Cuzcatlán de la filial canadiense Fortuna Silver Mines, un grupo de hombres y mujeres rodean un agujero en la tierra de unos dos metros de profundidad. Contiene dentro una ofrenda de maíz, frijol, tortillas, cebollas, zanahorias, totopos, calabacitas, tomates, pan, chocolate y mezcal; el contenido ha sido vaciado por quienes alrededor de una cruz de rebozos coloridos agradecieron a la Madre Tierra por las bondades que les ha brindado y, además, pidieron su intercesión para cuidar a la naturaleza y a su cultura de la minera canadiense.
Antes del entierro de la ofrenda, los rebozos que llevaban encima todos los alimentos, se fueron al pozo. Unos cincuenta presentes traen fuego en velas envueltas por sus manos, que hacen de candiles.
La gente está acomodada alrededor de los rebozos. Luego del encendido de las velas, toman su cuerpo para dirigirlo a las cuatro direcciones cardinales. Con ello, desean al viento que solvente la defensa de la Tierra.
Esto sucedió en julio de 2019 en el lago Yuguvene, cerca de San José del Progreso, Oaxaca, una comunidad que lleva años en contra del abuso ambiental que provoca la minería en sus territorios.