Sana Distancia, el reto de la música en vivo

Ante la pandemia el mundo de la música vislumbra un cambio radical en sus presentaciones en vivo, especialmente las orquestas sinfónicas, las agrupaciones corales y las compañías de ópera, debido a su naturaleza colectiva y de gran cercanía. ¿Los violinistas podrían seguir compartiendo el atril?, ¿un coro es peligroso para sí mismo y para el público?, ¿los instrumentos de viento son de riesgo?, ¿es seguro volver a una sala de conciertos?, ¿los foros abiertos son más viables?, ¿los ensambles y los conciertos de cámara son la única opción posible en este momento? Los músicos y los especialistas están buscando las respuestas.

A cinco meses de los primeros casos de COVID-19 y cuando algunos países ya han empezado a tomar medidas de desconfinamiento, se han dado a conocer diversos estudios de riesgo para la música. El más reciente lo realizó la Orquesta Filarmónica de Viena, cuyo experimento para medir el aire exhalado en la sala, concluyó que es "casi imposible que los músicos se contagien sobre el escenario".

A principios de mayo el Instituto de Medicina para Músicos, la Clínica Universitaria y Escuela Superior de Música de Friburgo publicaron una estimación de riesgo de infección por coronavirus y determinaron que 2 metros parece una distancia mínima suficiente para los instrumentistas de viento y cantantes. Otros han tomado la distancia de manera más radical.

El pasado 6 de mayo la TfN-Philharmonie Hildesheim, de Alemania, tocó la Séptima Sinfonía de Beethoven en un teatro vacío, el director se colocó en el centro del escenario y los músicos fueron repartidos por la butaquería y los balcones; los instrumentos de viento se colocaron a 12 metros delante y tres metros a los lados.

En México, la Secretaría de Cultura informó que ha convocado a un grupo de especialistas del INBAL y del INAH para crear protocolos que permitan un regreso seguro para los artistas y para el público.

Mientras se dan a conocer, cantantes, directores corales, directores de orquesta e intérpretes de instrumentos de aliento llevan semanas discutiendo y reflexionando sobre cómo serán las medidas para volver a tocar juntos en vivo y acompañados de público.

Hasta ahora, Carlos Aransay, Christian Gohmer, Luis Alberto Sánchez, Enrique Patrón de Rueda e Iván López Reynoso, coinciden en que las agrupaciones musicales podrían reducir sus números, privilegiar el repertorio para música de cámara, buscar espacios amplios como templos y salas de conciertos con aforo que ronde las 3 mil butacas y transmisiones en directo de los conciertos.

Otros, como el flautista Alejandro Escuer, considera que el riesgo de contagio de los instrumentos de aliento es reducido.

COROS Y NUEVA NORMALIDAD

El pasado 8 de marzo el Coro Mixto de Ámsterdam dio su último concierto, 102 de sus 130 integrantes se contagiaron y cuatro fallecieron. La noticia puso en alerta a todos los coros alrededor del mundo.

Carlos Aransay, director del Coro de Madrigalistas, que cuenta con 26 integrantes, aseguró que toda la actividad de la voz cantada, se ve afectada porque ponen en movimiento miles de gotículas.

"He seguido muy cerca las noticias de todo el mundo. Ahora destaco una reunión muy importante en Estados Unidos, que se llevó a cabo el 5 de mayo con directores corales, profesores corales, médicos especialistas, universidades, entre otros, y no plantearon los 2 metros que dicen en Friburgo, por el contrario, lo que se sabe hasta ahora es que la distancia entre cantantes debe haber una distancia de 16 pies, que son 4.8 metros, y hay estudios que hablan hasta de 8 metros".

Otro aspecto que se ha considerado es la naturaleza de la sala, es decir, se tiene que revisar si tienen aire refrigerado que se recicla, es cerrada, tiene corrientes.

"La Universidad de Stanford de California sacó un estudio que se publicó en el periódico de la Academia Nacional de Ciencias en Estados Unidos que indica que las gotículas quedan en el aire entre 14 y 8 minutos, es decir, una persona que habla fuerte durante un minuto expulsa mil gotículas y una persona con gran carga viral puede expulsar hasta cien mil, esas gotículas quedaran el aire hasta el 14 minutos. Así que tenemos que considerar el aire que haya porque las gotículas caerían en otra persona cercana. Ahora, si consideramos la distancia entre ellos, entonces tenemos que considerar que los cantantes se tienen que escuchar entre ellos mismos, el director y el público deben tener un sonido corporativo bueno", dice Aransay.

El Festival de Salzburgo, uno de los más importantes del mundo dedicados a la música y el teatro anunció que podrá celebrarse en un formato reducido en agosto, después de que el gobierno austríaco haya decidido permitir eventos culturales. Al respecto, Aransay considera que podrían colocar pantallas gigantes para la transmisión de un concierto de una pequeña orquesta de cámara de cuerdas, un solista acompañado de piano. México, sostiene, también podría pensar en soluciones parecidas siempre y cuando se consideren espacios muy amplios como los templos.

"México podría aprovechar su gran arquitectura de templos y otros grandes espacios como los patios de la Biblioteca Nacional o el Museo Nacional de Arte, así como invertir en medios de transmisión y de divulgación. Por ejemplo, en la Alhóndiga de Granaditas podría estar el maestro López Reynoso con un grupo de cámara con asientos separados, gente en el público y transmisión en línea. Hay tantas cosas que se pueden hacer. Yo no consideraría los espacios tan abiertos a menos que sean como los teatros griegos que hay en Europa, pero pensemos que en Teotihuacan han hecho cosas y podría ser un lugar factible y muy llamativo, lo que sí creo que no son viables son los espacios pequeños como la sala del Munal", añade Aransay.

Luis Alberto Sánchez es tenor del Coro de la Compañía Nacional de Ópera, de 70 integrantes, y está consciente de que el futuro es incierto. "La respuesta a cómo será el regreso no la tenemos nosotros, depende de las autoridades, pero podría pensar en que la programación cambie, que se hagan óperas de cámara en vivo con transmisión y el coro se podría dividir y cantar grupos pequeños en cada producción, hay otros títulos en los que solo cantan los hombres. La pregunta es si tenemos dinero y para qué nos va alcanzar".

Lo más importante, dijo el cantante, es llegar al público y repensar a qué público se puede captar y cómo. "Nosotros casi siempre teníamos funciones llenas, nuestro público es diverso, pero ahora podemos saber quién nos ve y desde dónde, tendremos que ser más ingeniosos, estamos frente a una posibilidad que no podemos desaprovechar", apuntó Sánchez.

Christian Gohmer, actualmente es director artístico de Solistas Ensamble, y advierte que de momento es muy difícil establecer las medidas de seguridad para regresar a los escenarios y es que, dice, por cuestiones de acústica de las voces se necesitan de espacios cerrados para poder cantar, pero no descarta los espacios abiertos.

"Lo que me preocupa es que pensemos que 2 metros son suficientes, los que no son suficientes son los espacios de ensayo que nos permitan tener esa distancia, de modo que el regreso vocal tendrá que ser para sextetos y octetos como máximo, haciendo música de cámara, siempre y cuando haya ventilación".

Gohmer añadió que Solistas Ensamble podría regresar en agosto con grupos de cámara y un cuarteto de cantantes. "Somos 28 integrantes, nos organizamos en cuartetos con presentaciones en distintos lugares, será muy lento y complejo porque cada cuarteto tendría que hacer el mismo trabajo, pero lo vislumbro como algo factible".

ORQUESTAS SINFÓNICAS A FUTURO

El director adjunto de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, Iván López Reynoso, con amplia experiencia en ópera, llama a la cautela:

"Recordemos lo que ocurrió con el coro en Ámsterdam, eso no puede volver a pasar jamás, por eso todos tenemos que ser muy responsables y muy inteligentes al momento de decidir cómo será el regreso a los escenarios. La distancia entre músicos, creo, será algo que tendremos que considerar, por ejemplo, en este momento a mí me parece impensable volver al foso y si acaso sí es posible tendrá que ser en un formato de cámara", dice.

López Reynoso, plantea una opción: "Una orquesta de 90 elementos se puede dividir en bloques de 30 cada uno y hacer por semana una actividad por bloque, y que se transmitan, será más cara la producción que la retribución y si se abre a poco público no se debería cobrar un boleto de mil 500 pesos. Otra cosa que podemos empezar a hacer es buscar repertorio barroco, al clasisismo temprano, siglo XX y música actual para estos formatos", apuntó.

El concertador Enrique Patrón de Rueda, con amplia experiencia en ópera, es poco optimista. "Volver al escenario lo veo remoto, hay mucho miedo, una orquesta necesita forzosamente de cercanía, no descarto la producción de una ópera en formato pequeño aunque sigo pensando que si pones a los cantantes y a los músicos a cierta distancia el resultado no será el deseado, porque necesitan estar juntos, escucharse, afinarse en colectivo, nadie canta ni toca por su lado, necesitamos de la proximidad".

El flautista y director de Onix Ensamble, Alejandro Escuer, llama a la prudencia y a considerar que no solo los músicos y cantantes deben tomar medidas preventivas, sino todas las personas de todos los sectores, y asegura que el riesgo de contagio de una flauta o clarinete es muy reducido. "En una flauta el aire entra al instrumento y casi nada se va hacia afuera, además sale en 45 grados hacia el suelo, de modo que estamos hablando de una posibilidad realmente muy reducida de esparcir partículas. En el caso del clarinete, el trombón, el oboe, el aire entra a los instrumentos, pensar que son factores de riesgo me parece que es algo extremo. Comprendo que las cosas son muy dramáticas y comprendo que se tomen medidas extremas, siempre será mejor prevenir que lamentar".