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El eterno lápiz mordaz de 'Quino'

La partida del gran dibujante argentino traza los recuerdos de su narrativa visual

El eterno lápiz mordaz de 'Quino'

El eterno lápiz mordaz de 'Quino'

EL SIGLO DE TORREÓN

Arreglos florales aparecen junto a la estatua de Mafalda y otros personajes de Quino en la esquina de Defensa y Chile, en pleno corazón de Buenos Aires, Argentina. El llanto se dibuja a mano alzada en el rostro de una mujer, pues esta visita a Mafalda (cuyo cómic el pasado martes cumplió 47 años de su primera publicación) es en recuerdo a su creador, fallecido el día de ayer a los 88 años de edad.

Obra

El historietista se catapultó a la fama gracias a Mafalda, la niña contestataria de seis años a la que dio vida en 1964. Sin embargo, su obra va mucho más allá, tal como quedó patente en los libros de humor que produjo a lo largo de su vida.

Quino combinó magistralmente la ironía, la acidez y la ternura en su vasta obra como humorista. Sus personajes eran personas normales y corrientes: niños, amas de casa, empleados explotados por sus jefes, víctimas del absurdo, el autoritarismo y sus propias limitaciones.

Cada chiste gráfico era una pequeña historia, desopilante y a veces de una tristeza desgarradora.

El espíritu crítico siempre impregnó su obra. La mirada crítica sobre el poder sobrevuela la obra de este humorista.

Mafalda, la niña de seis años que ama a los Beatles, defiende los derechos humanos y odia la sopa, sigue siendo famosa en los países de habla hispana y otros como Francia e Italia, donde se publicaron sus tiras, que han sido reeditadas en numerosas ocasiones y traducidas a más de una docena de idiomas.

Los personajes que la rodean, el materialista Manolito con sus sueños de llegar a ser "Roque Féler", Susanita que sólo piensa en casarse con un hombre rico y ser madre ("¿Futuro perfecto de amar? ¡Hijitos!"), el apocado Felipe ("¿Justo a mí me tenía que tocar ser como yo?"), el filosófico Miguelito ("Trabajar para ganarse la vida está bien, pero por qué esa vida que uno se gana trabajando tiene que desperdiciarla trabajando para ganarse la vida") y la diminuta rebelde Libertad ("¿Sacaste ya tu conclusión estúpida? Todo el mundo saca su conclusión estúpida cuando me conoce"), representan a su vez las distintas facetas del ser humano.

Mafalda llegó a Europa en 1969, al año siguiente del Mayo Francés y otras grandes movilizaciones juveniles que sacudieron el continente, en una edición italiana preparada y con prólogo de Umberto Eco.

Con Mafalda y sus amigos, Quino pudo reflexionar sobre el mundo de los adultos, la política, la economía, el racismo, la guerra de Vietnam, Brigitte Bardot, los Beatles, los árabes e israelíes, las orquestas o los sueños de una clase media argentina que mitiga sus tensiones con el remedio "Nervocalm". ("Estoy empezando a notar que juego un papel importante en el metabolismo de esta familia", reflexiona un farmacéutico en la tira).

En los ochenta y nuevamente en los noventa se produjeron varios episodios de Mafalda en dibujos animados que fueron difundidos en Italia y Argentina. No tuvieron éxito en el país de Quino, aunque repetían los mismos chistes y reflexiones que las tiras gráficas, quizás porque el lector que ama a un personaje acaba por dotarlo en su mente de una voz que nunca va a coincidir con la del dibujo animado.

La primera recopilación de tiras de Mafalda en un libro apareció en 1966. La edición se agotó en dos días.

Quino dejó de dibujar la tira de su personaje más conocido en 1973, cuando Mafalda se publicaba en el semanario "Siete días ilustrados". En la edición del 18 de junio de 1973, apareció Susanita para decir: "Ustedes no digan nada que yo les dije, pero parece que por el preciso y exacto lapso de un tiempito los lectores que estén hartos de nosotros van a poder gozar de nuestra grata ausencia dentro de muy poco".

Quino diría que se le habían agotado las ideas, algo difícil de creer por tratarse de una imaginación tan fecunda como la suya, y que seguiría produciendo humor gráfico del mejor por más de tres décadas. Tal vez era un presagio de lo que se venía en la Argentina: el gobierno peronista, con secuestros y asesinatos casi a diario, seguido por la feroz dictadura militar de 1976-83.

Una tira de esos tiempos que se hizo célebre muestra a Mafalda que señala el garrote de un policía y le dice a un desconcertado Manolito: "Este es el palito de abollar ideologías". Un grupo de ultraderecha lo reprodujo en un cartel en el cual Manolito respondía: "Sí, Mafalda, por suerte para abollar ideologías foráneas y contrarias a nuestro modo de vida occidental y cristiano". El cartel apareció junto a los cuerpos de tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos, asesinados por los militares en julio de 1976.

Decididamente, en esa Argentina no había lugar para Mafalda y sus amigos.

Relación con Chespirito

"Yo siempre he dicho que si Mafalda y El Chavo se encontraran, harían una gran amistad", dice en entrevista Roberto Gómez Fernández, hijo de Chespirito.

"Mafalda bastante más inteligente y profunda que el Chavo pero siempre reconociendo la condición humana y la que tenía el Chavo era fabulosa", señala.

El hijo de Roberto Gómez Bolaños recuerda la admiración mutua que existió entre su padre y y Quino.

"Mi padre empezó a introducir la obra de Quino a la familia desde muy temprano y con certeza puedo decir que era gran, gran admirador de él y su obra, reconocía en él un talento fantástico desde la concepción de la humanidad desde el punto de vista del humor, siendo tan profundo y a la vez tan efectivo en la comedia, que es siempre una combinación complicada. Lo admiraba y respetaba", dice Gómez Fernández.

"Tenían cierto parecido en algunas cosas como por ejemplo en lo reservados, en lo tímidos y en no querer ser muy públicos. En mi padre era inevitable porque salía en pantalla pero se veía identificado", comparte.

Es quizá esa personalidad de ambos la que llevó a que no tuvieran un contacto personal más allá de enviarse mensajes por terceros, señala Roberto.

Sin embargo, el reconocimiento que sentía el uno por el otro, derivó en el que fue uno de los momentos más especiales para el humorista mexicano creador de personajes como El Chapulín colorado.

"Se le hizo un homenaje a mi padre (que entre otras cosas no le gustaba tener) en el año 2000 que cumplía 30 años su programa 'Chespirito' y yo busqué a Quino. Creo que estaba en Madrid y se le complicaba venir pero mandó un pequeño dibujo de Mafalda donde está saludando y felicitando a Chespirito por sus 30 años y ese evento llenó de felicidad a mi padre", recuerda Roberto.

Gómez Fernández señal que es una pena la partida de Quino, pero espera que esto reavive el reconocimiento y difusión de su obra.

"Las otras cosas que no son Mafalda son fabulosas, es un retrato de la condición humana y sus contradicciones fantástica".

Escrito en: quino mafalda Mafalda, padre, siempre, obra

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