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La Novena sinfonía de Beethoven cumple dos siglos

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SAÚL RODRÍGUEZ

El 7 de mayo de 1824, el legendario compositor Ludwig van Beethoven estreno su Novena sinfonía en el teatro Kärntnertor de Viena, Austria. Con los oídos prácticamente apagados por la sordera, el genio de Bonn propició que en esa noche el mundo de la música cambiara para siempre.

En su libro Pensemos en Beethoven (2015), el fallecido escritor mexicano Eusebio Ruvalcaba apunta sobre la también conocida como Sinfonía coral: “… la música de Beethoven en general, y la Sinfonía coral en lo particular siguen ejerciendo una suerte de arrobamiento espiritual en el público varón, y melancólico, me atrevería a decir, en las mujeres; algo tiene este genio, algo tiene esta obra, que hechiza por completo a quien se encuentre a 10 mil kilómetros a la redonda”.

Muchas son las aristas que se pueden abordar sobre la partitura y el legado de esta obra. Aunque para el crítico mexicano Gerardo Kleinburg, esta creación asciende al título que en 2002 le otorgó la Organización de las Naciones Unidad para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO) como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

“Así fue declarada, tanto de manera intangible por su contenido sonoro, como de manera tangible por su manuscrito. Además, creo que la Novena sinfonía de Beethoven tiene muchísimas capas. O tiene esta permanencia y lu legado que está en varios ámbitos”.

El primero de estos ámbitos, según Kleinburg, es que la Novena constituye un resumen de la evolución de Beethoven. Esta sinfonía permite aprecias cómo su autor, quien comenzó siento un compositor del estilo clásico, se convirtió en una especie de primer romántico.

“También es una obra completamente revolucionaria. Es la primera vez en la historia de la música que una sinfonía no sólo tiene sonidos, no sólo tiene instrumentos musicales, sino que tiene la voz humana: tiene cuatro solistas locales y un coro. Y si tiene partes vocales, quiere decir que tiene letras. Es la primera vez que eso sucede en la historia de la sinfonía”.

El crítico subraya que la inclusión de voz y letra permite ver que a Beethoven ya no le era suficiente emplear tan sólo música. Necesitaba acudir a un texto que fuese cantado para expresar algo que habitaba en su interior.

“Esta sinfonía nos muestra muy claramente que un compositor cree que una sinfonía es más que una obra musical, que de alguna manera es un mundo entero donde puedes englobar todo tu pensamiento. Esos son los principales elementos que hacen a esta obra algo tan especial”.

El escritor español José Repollés Aguilar, narra en su libro Gigantes de la música (1965), que la noche del 7 de mayo de 1824 fue para Beethoven “un triunfo ruidoso, la última satisfacción inefable del maestro”. Michel Umlauf fue quien dirigió. Tras la ejecución, la gente comenzó a aplaudir, pero Beethoven no oía nada. Fue la contralto Carolina Unger quien le tomó por los hombros y lo volteó para que pudiese observar la reacción del respetable.

“Hay quien dice que fue al final del scherzo, hay quien dice que fue al final de la sinfonía. Lo voltearon y el público (eso también se sabe) quería mostrarle claramente a Beethoven su emoción y su aprobación. Y como sabían que no los escuchaba, no sólo aplaudieron. Unos se pusieron de pie, se quitaron los sombreros, los aventaban, movieron los pañelos y los guantes. Esa sería una anécdota que podemos contar de esta obra”, añadió Kleinburg.

Para el crítico no hay duda, existe un antes y un después en la música tras el estreno de la Novena sinfonía. Se convirtió en referente. A partir de ella, se supo que las sinfonías podían tener algo que decir, un mensaje que podría estar oculto o no tanto.

“¿Qué sería de Mahler sin la Novena sinfonía, con esta musicalidad de incluir coros y solistas vocales?”.

Sobre el hecho de que este 7 de mayo se llegue al 200 aniversario del estreno de esta sinfonía, Gerardo Kleinburg reflexiona sobre el poema de Schiller en la Oda a la alegría y el sufrimiento que Beethoven experimentó durante toda su vida.

“Me dice que este hombre que sufrió tanto y que la pasó tan mal, con tantas miserias y carencias personales, familiares, de salud, con discapacidad, que estaba tan obsesionado con hacer una obra que resaltara la concordia, la fraternidad, la igualdad, la hermandad entre los hombres, finalmente lo logró. Que ese hombre que tanto sufrió, logró lo que quería: mandar un mensaje que perdure a todos los pueblos y todas las sociedades”.

Gerardo Kleinburg ofrecerá un curso virtual sobre la Novena sinfonía los próximos 15 y 16 de mayo a las 19:00 horas. Para mayores informes y registro se dispone el teléfono 55 43 47 02 83 y el correo electrónico [email protected].

Escrito en: beethoven tiene, Beethoven, sinfonía, Novena

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