EDITORIAL

A la ciudadanía

Los pequeños cambios que cambiarán la vida en el planeta

MANUEL VALENCIA CASTRO

Tendría que decir los pequeños cambios que ya están cambiando la vida en el planeta, me refiero al cambio climático: cómo un cambio en la temperatura media del planeta, atmósfera, agua y tierra, de entre 1.1 y 1.2 grados centígrados, han ocasionado fenómenos extremos devastadores en diferentes partes del mundo y en diferentes momentos. Un ejemplo es el huracán Otis en Acapulco, ocurrido el 25 de octubre del año pasado. Hoy sabemos que el cambio climático no es algo que sucede en otra parte, en algún momento del futuro, ni es un concepto abstracto sino un fenómeno que está matando a personas aquí y ahora mismo (F. Otto, Meteorólogo del Instituto Grantham del Imperial College de Londres.

De acuerdo con el IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, por sus siglas en inglés) al transformar la composición de la atmósfera, no sólo hemos calentado el mundo en su conjunto, sino también modificado la circulación atmosférica. Esto interpretado por un climatólogo de la talla de Friederike Otto significa que se ha alterado el cómo y dónde se desarrollan los sistemas meteorológicos y cómo se mueven. Según el climatólogo dichos cambios pueden incrementar los efectos del calentamiento o actuar en la dirección opuesta reduciendo el riesgo de algunos fenómenos meteorológicos extremos en ciertas ubicaciones.

Esta es la lotería en la que todas las regiones del mundo están jugando ahora mismo, porque el calentamiento y la circulación atmosférica interactúan en formas muy complejas, y en algunos casos el resultado son tormentas o ciclones devastadores. Lo difícil es que la ciencia aun no ha podido aclarar cómo lo hacen.

De hecho, estas complejidades han influido en la emergencia de una nueva ciencia: la de los Fenómenos Meteorológicos Extremos. De acuerdo con el climatólogo citado, dicha ciencia es sencilla: estima qué fenómenos meteorológicos son posibles en un mundo con cambio climático y los compara con el tiempo atmosférico posible en un mundo sin cambio climático antropogénico.

Aunque se diga que dicha ciencia es sencilla, en su aplicación o en la práctica es complicado explicarla, la nueva ciencia es capaz de representar (simular) fenómenos extremos como las olas de calor, episodios de lluvias torrenciales y con cierta cautela sequías, pero cuando debe tomarse en cuenta el viento los resultados se dificultan enormemente. No obstante, gracias a esta ciencia cada vez más fenómenos meteorológicos aislados se han atribuido al cambio climático provocado por el ser humano (antropogénico).

El cambio climático antropogénico es catastrófico, incluso en el caso de una única tormenta, y para muestra el impacto desafortunado del huracán Otis en Acapulco. El efecto del cambio climático en este huracán se expresa en la velocidad de los vientos, como si se tratara de auto veloz, el huracán aceleró primero hasta llegar a 119km/h, luego aceleró hasta 177 km/h, enseguida pasó 200km/h, y de aquí aceleró aun más llegando a más de 250km/h en la categoría 5, con olas de más de 6 metros, todo este cambio vertiginoso ocurrió en tan sólo 6 a 10 horas, haciendo difícil tomar medidas de protección. Como sabemos Acapulco fue devastado, ocasionando muerte y destrucción, y como siempre ocurre los más vulnerables se quedaron sin casa.

Luego viene la parte económica: los costos de la devastación, los daños se calculan en muchos miles de millones de pesos. Más lo que se necesite para la reconstrucción del puerto. En este punto, es inevitable recordar dos palabras que se asocian a la justicia ambiental global: Responsabilidad y compensación. En las últimas reuniones sobre el clima han resonado esas palabras señalando a los principales contaminadores como Estados Unidos y China, países ricos que tendrían que compensar a los países pobres que padecen los efectos de su contaminación. Se tiene que actuar ya en este tema de la Injusticia Global, esta es la denuncia y exigencia de los países más pobres del planeta como Bangladesh, que se enfrenta a un desastre lento a medida que la subida del nivel mar amenaza las costas, lo que puede conducir a que millones de personas sean desplazados.

Me quedo con las palabras de un habitante de Bangladesh: "El resto del planeta enfrentará mañana a lo que nosotros nos enfrentamos hoy, y el resto del planeta tendrá que llegar y aprender de nosotros cómo lidiar con el problema".

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