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Chivas pierde el Clásico Tapatío

EL UNIVERSAL

Ellos se abrazan. Se felicitan. Voltean hacia la tribuna que ha sido copada por sus aficionados. Aplauden la victoria por 1-0 frente al Guadalajara, en el Clásico Tapatío, mientras los seguidores del Atlas cantan su propia versión del Cielito Lindo: “Ay, ay, ay, ay, Chivas no llores”. Pero este Rebaño Sagrado es una lágrima tras otra, pues no encuentra el rumbo.

En los únicos dos entrenamientos que tuvo el técnico interino, Ramón Morales, antes de encarar el duelo frente a los Zorros, insistió en pedirle a sus jugadores una cosa: intensidad. Y la muestran al arranque del partido. Chivas es un equipo completamente distinto al de Carlos Bustos, al menos en actitud. Pues en cuestión de efectividad frente al arco sigue tan mal como siempre.

Con Sergio Nápoles y, sobre todo, Carlos Fierro, el Guadalajara recuerda que el campo no sólo tiene profundidad, sino también amplitud. Es el campeón del mundo Sub-17 en 2011 el que más buscan los rojiblancos, por derecha. Pegado a la línea, el joven atacante ayuda a buscar espacios que en otros encuentros no encontraba el equipo.

Primero, Fierro envía un centro al manchón penal, que Omar Bravo conecta de cabeza, para exigir el lance de Federico Vilar, al ‘7, aunque el silbante ya había marcado fuera de lugar. Seis minutos más tarde, el mismo Carlos filtra para Ángel Reyna, que entra a la espalda de los defensores, controla incómodo y vuela su disparo.

Chivas se ve mejor sobre el terreno de juego. Es un equipo intenso, que aprieta a los Zorros en la salida. Recupera pronto el esférico y cierra espacios. Producto de eso, Sergio Nápoles recupera en medio campo. Conduce hacia el área. Toca para Israel Castro, que controla con apuros y prácticamente de rebote, remata al arco, para que Vilar se quede el balón, al ’21.

Un minuto después, Jair Pereira cabecea un tiro de esquina. Demasiado cruzado. Se va por un lado. Pareciera que el Rebaño Sagrado está más cerca del gol. Pero Atlas ha sido paciente. Tiene mejores recursos futbolísticos y en cualquier momento los puede explotar. Le basta una para cambiar el rumbo del encuentro.

Édgar Castillo cobra en corto el tiro de esquina por izquierda. Edy Brambila recibe y detecta el movimiento de Alfonso González. Le toca al espacio. “Ponchito” llega a línea de fondo. La marca de Carlos Fierro es deficiente. Le falta oficio. El rojinegro alcanza a mandar el centro, casi cayendo. La redonda viaja hasta la altura del manchón penal.

Israel Castro queda mal parado en la marca. No llega. Enrique Pérez le gana la posición con facilidad. Salta con el arco de frente. Cabezazo potente. Al ángulo. Antonio Rodríguez, portero rojiblanco, se queda parado. Imparable remate. A las redes. Gol del Atlas, al ’24. En su primera de peligro, los Zorros toman ventaja en el Clásico Tapatío.

La anotación es un duro golpe para el frágil ánimo del Rebaño Sagrado. Una historia ya vista: dominio estéril y contra la pared en el primer descuido de la zona defensiva. Los rojiblancos no pueden reponerse. Pareciera que la desesperación se apoderara del equipo. Con Bustos, no. Con Morales, tampoco. ¿Entonces con quién? Chivas no encuentra el rumbo.

Pero Atlas es condescendiente. Tiene el escenario perfecto para liquidar rápido el encuentro, pero en lugar de eso, deja pasar los minutos. La reacción inmediata de los locales es nula. Sólo hasta la recta final del primer lapso encuentra la posibilidad de acercarse al arco. Jair Perera salta, gana la posición, conecta sólido de cabeza, por encima, al ’38. Carlos Fierro peina un tiro libre, por un lado, al ’40. Y Omar Bravo manda a un costado un remate de primera intención, a centro de Ángel Reyna, al ’45. Sólo para eso le alcanza.

Sólo una revolución en el vestidor, durante el descanso, puede salvar a Chivas. No se da. El equipo luce derrotado. Con poco ánimo. Obligado, por supuesto, a ir al frente, pero lo hace con poca claridad. Ya no encuentra amplitud en el campo. Mucho menos profundidad. Por eso, los disparos lejanos son su única arma.

Una pistola con balas de goma, que no hacen daño. Los tiros desde fuera del área de Israel Castro (’47), Jair Pereira (’55) y Sergio Nápoles (’59), no asustan al arquero Federico Vilar, que sólo los observa irse por arriba o por un costado de su portería. El técnico del Atlas se va expulsado al ’68. Su equipo tiene todo bajo control. Incluso, está más cerca del segundo que el Guadalajara del empate.

Édgar Castillo termina un prometedor avance con un disparo flojo, a las manos de Antonio Rodríguez (’69). Poco después, el mismo lateral izquierdo se quita rivales dentro del área, pero la defensa local alcanza a barrera para quitarle potencia a su remate y permitir que el arquero controle, al ’81.

Chivas está partido sobre el terreno de juego. Ya no tiene medio campo. Está entregado. Un muerto en vida. El equipo que arrancó con otra actitud el encuentro, ha vuelto a ser el mismo cuadro sin alma de anteriores versiones. Atlas debe “matar” y para eso tiene dos mano a mano frente al arquero.

Luis Nery Caballero es el primero que tiene la oportunidad. Recibe un balón profundo. Encara al portero. “Toño” Rodríguez sale para achicar y tapa el disparo, al ’81. Y dos minutos después, es Alfonso González quien queda solo ante el guardameta rojiblanco, pero su disparo resulta demasiado cruzado.

Ya no se mueve el marcador. Con el silbatazo final, empieza la fiesta rojinegra. Atlas ha venido a la casa del acérrimo rival a darle un empujoncito más en esa desesperada lucha por evitar el descenso. Los Zorros son segundos de la tabla general. Y Chivas tiene a Puebla sólo a un punto de distancia en la porcentual. El Clásico Tapatío concluye con realidades distintas: uno piensa en la Liguilla, el otro en la salvación.

Escrito en: CHIVAS Liga MX atlas clasico tapatio tiene, Atlas, equipo, Carlos

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