EDITORIAL

Mirador

Armando Fuentes Aguirre (Catón)

Llueve sobre las tierras de labor en el Potrero de Ábrego.

La lluvia es suave y mansa. Parece caricia de mujer sobre el cuerpo del hombre al que ama. No hace ruido: quien hace bien el bien nunca hace ruido. Dice un antiguo y sabio dicho: "Dar limosna con tambor no agrada a Nuestro Señor".

Esta lluvia no es de tormenta o tempestad. No corre con escándalo por el arroyo, no es ruina del camino ni pone en riesgo las paredes y techos de las casas. Esta callada lluvia es buena; es agua de Dios. Penetra con lentitud en la tierra y la vivifica. Las raíces de las plantas y los árboles la beben igual que un bebé bebe la vida en el seno de su madre.

Cada gota de esta agua que viene del cielo -que viene del Cielo- estará mañana en los preciosos frutos que dan nuestras labores y nuestra labor: el maíz para las tortillas y el trigo para el pan; la avena y la cebada para los animales que nos ayudan en la tarea; las manzanas de oro y las ciruelas de púrpura; la redondeara pera evocadora de formas femeninas; los duraznos de terciopelo y miel.

Salgo a la lluvia y a mí también me vivifica. Ahora tengo el alma como niña que acaba de hacer la primera comunión.

¡Hasta mañana!...

MANGANITAS.

Por AFA.

". No hay construcción en el país.".

Leí eso en algún diario y en verdad me preocupó.

No hay construcción, digo yo, sino todo lo contrario.

Escrito en: lluvia, viene, agua, vivifica.

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