Durante un vuelo pueden ocurrir mil y un cosas: turbulencias, el llanto de un bebé que no cesa, encuentros fugaces en el incómodo baño, pastillas que solucionen los mareos y náuseas, el ir y venir de las azafatas. Mil y un cosas ocurren mientras se atraviesa el cielo. Pero, ¿qué sucede cuando minutos después de aterrizar se descubre que una de las pasajeras dio su ultimo respiro teniendo a las nubes como testigos? Y no solamente eso, sino que su cuello muestra un leve pinchazo que podría significar la causa de su muerte. ¿Habrá sido la avispa que algunos pasajeros aseguran haber visto? ¿o el dardo encontrado a escasos centímetros de su asiento?
Muerte en las nubes parte de tal premisa. Eran solamente 14 personas las que subieron al avión Prometheus, el cual despegó de la ciudad de París teniendo como destino final una comunidad en Londres, Inglaterra. Una de ellas tiene que ser la culpable del asesinato, pero, ¿quién?
Christie se apoya en su personaje más conocido, Hércules Poirot, para descubrir al culpable. Poirot, detective belga creado por la famosa escritora, se embarca en una búsqueda llena de responsables a los cuales apuntar. Guiado por su perspicacia y su larga trayectoria descifrando los sucesos más inverosímiles, va uniendo uno a uno los cabos sueltos y las posibles causas que llevaron al asesino a elegir a su presa, la madame Giselle, importante y conocida prestamista.
El lector es guiado por el detective en la búsqueda del responsable, sin embargo, todos parecen ser los culpables; cada uno de los que estuvieron en la escena del crimen tenía un motivo para desear la muerte de la madame. El poder y el dinero no siempre son la más efectiva combinación y el detective lo sabe muy bien. Esconde lo que va tramando entre preguntas y encuentros, mientras parece estar perdido en el meollo de la investigación. Pero Poirot tiene una sospecha, y nada ni nadie hará que desista de ella