EDITORIAL

2020: El desafío es mayor

JULIO FAESLER

Aparentemente no hay para dónde hacernos, o seguimos por donde vamos por una ruta sin definiciones para su ejecución o tomamos el camino de regreso a los valores que vemos perdidos.

Pero ese dilema se nos presenta incompleto. Seguir el camino que nos esbozan las mañaneras del presidente de la república es aceptar y cumplir como por artículo de fe todo lo que ahí se decida. Rebelarnos, por otra parte, contra sentencias impredecibles significaría deshilar lo andado en este primer año del sexenio y tratar de reinstalar las instituciones y políticas que fueron eliminadas: respeto al Estado de derecho, garantías individuales, seguridad en los servicios médicos a las familias, reformas al sistema educativo y guarderías infantiles. Todo ello en una guerra para acabar con la corrupción en todas sus facetas.

Toda la problemática anterior parte del supuesto de que la finalidad última de la Cuarta Transformación es la de convertir al país en una dictadura personal o la de un partido único y oficial de signo socialista. La 4T no sería entonces más que la cubierta para tapar un régimen como el que hemos presenciado en otros países latinoamericanos.

Por el momento, el agudo asunto está encallado en las arenas del Congreso. La iniciativa privada no actúa, frenada como está por sus miedos a arriesgar sus ganancias que quiere asegurar acercándose al Gobierno.

Las cosas seguirán iguales si no involucramos a la juventud en asuntos políticos. Describirle a un joven por qué se ha de interesar en la política es enterarnos de sus razones. Las respuestas son iguales en los privilegiados de las zonas exclusivas citadinas que las de los jóvenes económica y culturalmente atrasados. Ellos no sienten que entrar a la política tenga sentido. No ven cambios posibles. Hay además desprecio al concepto Patria y a los conceptos de solidaridad social. Se trata de un negativismo que ve que las condiciones de la sociedad son inmóviles y que no variarán por mucho que insista la ciudadanía. Solo se remirarían cuando a los que están en el poder les interese hacerlo, que desde luego nunca será en favor de las mayorías. El cinismo reina en las respuestas.

Para las clases acomodadas las respuestas son las de esperarse a que todo se mejore. La situación actual puede ser preocupante, no por razones de solidaridad, sino porque de tardarse demasiado en atenderse los problemas, la reacción popular será violenta.

Las respuestas confirman la gravedad a que ha llegado gran parte de la mentalidad nacional en cuanto a la dificultad de hallar personas comprometidas con la tarea de hacer trabajar el potencial nacional para que giren nuevamente los engranes de la maquinaria del desarrollo. Parecería que faltan ciudadanos inflamados de sentimientos patrios que hagan suya la batalla para establecer un régimen de responsabilidad cívica compartida por todos los sectores. Solo preparando en 2020 las acciones ciudadanas que se desplegarán el año siguiente será posible sacar al Gobierno del túnel oscuro de las autoproclamadas izquierdas que ahora lo domina para democratizarlo con los otros factores sociales que por ahora no están presentes.

Los objetivos de la acción política requerida no solo son ventilar al Gobierno de la cerrazón conceptual que lo aqueja. El horizonte va mucho más allá. Se trata de ofrecer al país una visión de desarrollo que contagie a todos del entusiasmo de la realización personal haciendo que la vida diaria transcurra en la labor de desarrollar al país en la toda la amplitud de sus aún desaprovechados recursos.

La renovada etapa que se abre con la confirmación del T-MEC, segunda versión del TLCAN, invita a responder al reto que significa para nuestro desarrollo socioeconómico, y sobre todo político, el que se aprieta más la incorporación de México al propósito de consolidar el Bloque Norteamérica como alternativa a la realidad China. Otras visiones geopolíticas sin duda existen en la Unión Europea, o la de la Federación Rusa. A nosotros nos toca identificar nuestro destino propio dentro del contexto en que nos hallamos.

Las alternativas respecto al dilema con que este artículo se inició no solo atañen a nuestra reacción frente al gobierno de López Obrador. Van mucho más allá del alcance del sexenio en que vivimos. El desafío a la responsabilidad ciudadana en 2021 está ya presente en 2020 y es histórica.

[email protected]

Escrito en: país, respuestas, política, será

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas