EDITORIAL

Un proceso legal, político y previsible

ANDREW SELEE

El jueves arrancó el proceso para enjuiciar al presidente Donald Trump en el Senado, la tercera vez en la historia de Estados Unidos que un mandatario se encuentra frente al banquillo del Congreso para una decisión sobre su futuro. El proceso lo preside el magistrado en jefe de la Suprema Corte, en vez de un senador, algo que sólo pasa en estos casos en que el Senado se vuelve tribunal.

Sin embargo, no hay muchas dudas sobre el resultado del proceso en realidad. Así como sabíamos que la Cámara de Representantes, que está en manos de los demócratas, iba a aprobar el impeachment, ahora que el caso va al Senado, también es seguro que éste, en manos de los republicanos, va a decidir en contra de remover al presidente.

¿Qué entonces está en juego si sabemos desde ahora cómo terminará la película? Probablemente poco, porque el electorado ya ha tomado partida en este caso, y los que quieren a Trump están en contra del proceso y los que están en contra de él ya lo consideran culpable.

Pero a veces en la política hay sorpresas. Sin duda, lo que hizo Trump con Ucrania, el tema del caso, es poco convencional y probablemente poco ético. Presionó al gobierno ucraniano para que investigara al hijo de su rival principal, el exvicepresidente Joe Biden, por medio de suspender la ayuda militar del gobierno estadounidense al gobierno ucraniano. Es decir, usó los poderes de la presidencia y desvió recursos públicos para lograr un fin político personal.

Sin embargo, el debate está entre los que creen que esto es ilegal al grado que el presidente Trump deba dimitir y los que creen que, si bien no era lo más ético, no llega a ser un crimen que merece removerlo de su puesto como jefe de gobierno.

A fin de cuentas es un tema netamente político y los congresistas lo ven con ojos políticos. Lo que no sabemos es cómo el caso va a afectar la apreciación que los ciudadanos estadounidenses tengan de Trump. Es muy posible que este proceso dañe a Trump, porque muestra su lado poco institucional y ético, y que esto le quite votos a Trump en un año electoral. Pero es igual de posible que este proceso refuerce la idea entre simpatizantes de Trump que los demócratas lo están persiguiendo innecesariamente y que eso termine beneficiando al mandatario. La decisión sobre el caso vendrá en unos días y seguramente será a favor del presidente. El efecto del proceso -si le ayuda o lo golpea políticamente- lo sabremos hasta las elecciones en noviembre, cuando los votantes emitan su propio juicio frente a la gestión de Trump en La Casa Blanca.

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