La geografía del poder femenino
Algunos cambios, tal vez los más trascendentales, suelen tardar en ocurrir. Las mujeres, por ejemplo, han pugnado durante siglos por el derecho a moverse libremente en la estructura social. O, mejor dicho, en las estructuras sociales, pues se trata de un fenómeno a escala global. Con el tiempo ocupa puestos que antes les eran vedados, fuera por mera costumbre o por disposiciones concretas de las autoridades.
El deporte, la ciencia, la milicia, entre muchas otras áreas del quehacer humano, incorporan a las mujeres entre sus filas. Pero hay un ámbito clave que merece especial atención: la política. Gobernar es una actividad que desde el comienzo se ha asociado con lo masculino. El hombre que dirige una nación, que lanza peroratas a sus gobernados detrás de un atril, ya es casi una figura arquetípica.
— Alexandria Ocasio-Cortez
La integración de las mujeres en la participación política es, por decir lo menos, una tarea ardua. Las reacciones negativas de parte de presidentes y otros políticos son abundantes. Peor todavía: es posible encontrar ejemplos recientes. En el 2014, el presidente ruso Vladimir Putin declaró que Hillary Clinton “era débil”. Y añadió: “En una mujer, sin embargo, la debilidad no es tanto un defecto”.