Google rinde homenaje a Lola Álvarez Bravo, la primera fotógrafa mexicana
A 117 años de su nacimiento, Google rinde homenaje a Lola Álvarez Bravo, quien además de caracterizarse por ser la primer fotógrafa mexicana, es una figura de suma importancia en el México del siglo XX, gracias a su excelente trabajo que es considerado como una 'biografía visual'.
Dolores Martínez de Anda, nació el 3 de abril de 1903, en Lagos de Moreno, Jalisco y años más tarde se mudaría a la Ciudad de México, tras la separación de sus padres, lugar donde conoció al también fotógrafo y futuro esposo Manuel Álvarez Bravo.
Tras contraer nupcias, en 1926 se muda con su esposo a Oaxaca, donde comienza a realizar sus primeros trabajos fotográficos y un año después al regresar a CDMX por el nacimiento de su primer hijo, instala su primer galería junto a Manuel, en la que participaron obras de algunos de sus amigos, figuras sumamente reconocidas en el ámbito artístico: Frida Kahlo, Rufino Tamayo, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.
A partir de este punto Lola toma experiencia y en compañía de Manuel comienzan a trabajar en diversos proyectos y exposiciones, en las que participan otros artistas como María Izquierdo, Diego Rivera, Agustín Lazo, entre otros.
Para 1934 Lola se separa de Manuel y comienza su trabajo fotográfico del México contemporáneo tras independizarse y rentar una habitación a su amiga Izquierdo, lo que pronto la llevaría a trabajar para el departamento de Prensa y Publicaciones de la Secretaría de Educación Pública, el Laboratorio de arte del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y más tarde en el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, como jefa de departamento.
Pese a su divorció en 1949, Dolores conservó sus apellidos de casada, con los cuales se volvió sumamente reconocida.
Los trabajos de Álvarez se caracterizan por retratar la esencia de diversos lugares de México y sus habitantes, siendo los más destacados los que tomó en la década de 1940.
Por otra parte cabe destacar que la mujer no acostumbraba hacer uso del estudio fotográfico, sino que prefería salir y buscar el momento indicado que deseaba plasmar en una imagen, valiéndose de diversos elementos como la luz natural y la sombra, detalle por el que sus imágenes se vuelven sumamente realistas.
Lola además llegó a impartir clases y talleres enfocados a la fotografía en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, además de participar con diversas instituciones en los que su trabajo fue de suma importancia como con la Secretaría de Gobernación.
El 31 de julio de 1993, Lola fallece a los 90 de un paro cardíaco, sólo cuatros años después de dejar la fotografía.