EDITORIAL

Optimismo

ÉDGAR SALINAS

Superar crisis requiere optimismo. Es difícil plantear una cosa así en un momento tan oscuro y triste, con tragedia y dolores crecientes. Sin embargo, precisamente un contexto como el actual apura la urgencia de optimismo. Lamentablemente, como ocurre con los conceptos banalizados por un uso superficial y recurrente, el optimismo ha sido relegado a una actitud confusa entre un tipo de alegría forzada y una realidad enmascarada y compulsivamente negada. Por eso trataré de precisar de qué hablo al referirme a optimismo.

Se atribuye a Winston Churchill la frase "un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad". Llevada la sentencia a sus extremos, se ha trivializado al considerar al optimista como quien ha de ver, por principio, todo en su fulgurante, positiva y atractiva manifestación y acompañar esa visión con un entusiasmo permanente y una sonrisa que no descansa ni para ir al dentista. En contraparte, el pesimismo sería lo propio de una persona tachada de amargada, quien lo primero que busca es el cabello en la sopa, por lo menos, o de plano la mosca entera. Obviamente, sobre el segundo caso hay una carga peyorativa difícil de sobrellevar socialmente. Alternando como tercero en discordia, con buen manejo de cintura y adueñados de mordacidad, hay quien se afirma en su pesimismo indicando que no es más que un optimista bien informado. Asume para sí las dos caras de la moneda. Por cierto, esta versión de pesimista/optimista la escuché por primera vez en boca de un profesional de la fe.

En circunstancias tan calamitosas como la que atravesamos, con facilidad se puede asumir alguna de las posturas anteriores. Puede ser tan difícil sobrellevar tanto tiempo las dificultades e incomodidades del confinamiento, la falta o disminución de ingresos o la angustiante condición de infección de uno mismo o un familiar que el panorama se nuble y tome control de emociones y expectativas al punto de tornarse severamente pesimista. O bien, por el contrario, esa misma dificultad para asumir un presente tan difícil provoque una evasión tal que el afán por salir de la circunstancia se convierta en una actitud que subestime riesgos, desprecie procesos naturales y sociales propios de una epidemia y sus soluciones y evoque, entonces, inminentes estadios de superación del momento mediante llamados simples a levantar el vuelo, sentirse triunfador y unirse a los optimistas. Por lo que toca al cinismo del tercer caso puede encontrar acomodo en alguna red social.

Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis, casi al final de su diálogo publicado como "Maldad Líquida: Vivir sin alternativas" (Paidós, 2019) traen a colación el llamado al optimismo en medio del ambiente generalizado "de miedo y fatalismo" que ha impuesto el convencimiento de que no existen alternativas a las lógicas actuales. Lejos de considerar al optimismo como la vulgar suposición de que todo es maravilloso, los autores le asignan una condición diferente. Se trataría de la convicción de que siempre hay alternativas, de que el mal (adversidad, crisis, enfermedad) no es más que algo pasajero incapaz de destruir nuestra humanidad. Esta aseveración no es producto de la ingenuidad e indolencia sino de la sabiduría y la experiencia. Pero el punto fino de esta perspectiva del optimismo radica en que cada persona reflexione y asuma su lugar en el mundo. El optimismo es, entonces, convicción de que hay alternativas, pero, sobre todo, acción personal para hacerlas realidad. El optimista asume la adversidad como pasajera y se lanza a la construcción de alternativas. El optimista es, sobre todo, un creador de alternativas. Optimismo es acción. Manos a la obra.

Un querido amigo ha superado el COVID-19. Y porque él lo publicó lo retomo textual: "¿Qué sigue para mí? Por lo pronto treinta días de convalecencia… y sigue para mí, además de mis actividades actuales, participar con mayor énfasis en la ayuda comunitaria. Con mayor decisión en la vida pública de Torreón, de nuestra querida Comarca Lagunera. Ya es hora." Este es el optimismo de las alternativas posibles. Convicción y acción.

Churchill también afirmó "Soy optimista; no parece muy útil ser algo más".

Escrito en: optimismo, optimista, difícil, quien

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas