EL VALOR DEL VENCEDOR
DEJA AL VENCIDO GLORIOSO
El pensamiento caballeresco medieval y renacentista, con su sentido del honor, otorgaba un digno reconocimiento al contrario vencido en las justas, en los torneos y en las guerras. Muchos textos sobre la conquista española del Nuevo Continente reproducen esa costumbre de honrar al enemigo por su valor en la guerra. Considerando eso adquiere sentido la máxima paradojal de Sor Juana citada arriba.
Sin embargo, los versos sorjuaninos no se refieren a confrontaciones bélicas.
Es una reflexión que hace en voz alta el personaje alegórico de la música en el poema compuesto por la Décima Musa para celebrar un cumpleaños de la virreina Elvira, condesa de Galve. Música expresa los versos citados para estimularse ante lo que le parece una misión ingente, esto es, encomiar la edad y la belleza de la virreina.
Para salvar la situación, Música se dice con ánimo autoestimulante “que el valor del vencedor / deja al vencido glorioso”; en sus elucubraciones reconoce su propio arrojo de lanzarse a una empresa difícil y piensa que si la derrota el intento, nada más por haberlo pretendido habrá conseguido el honor del vencido.
Encuentra dentro de sí razonamientos alentadores como es el de la máxima aquí comentada.
La obra en verso y en prosa de Sor Juana está constelada de máximas, sentencias, refranes y cláusulas de ese tipo porque en la literatura de su tiempo se pretendía enseñar, proporcionar al lector o al escucha lecciones de la mejor conducta. Para el caso de esta máxima, el vencedor dice te honro porque te atreviste; el vencido dice, tu triunfo me enaltece porque el tamaño de tu victoria es el de mi valor para haberme atrevido. Es una lección de moral. Sor Juana dice: “que el valor del vencedor / deja al vencido glorioso.