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Raúl Adalid habla sobre los orígenes de su carrera

El actor lagunero comentó acerca de sus inicios en la actuación

Raúl Adalid habla sobre los orígenes de su carrera

Raúl Adalid habla sobre los orígenes de su carrera

SAÚL RODRÍGUEZ.

La actuación llegó a su vida a los 17 años. Entonces, Raúl Adalid tenía pensado estudiar comunicación, hasta que Francisco Amparán, su profesor de literatura, lo invitó a observar una puesta en escena en el teatro Mayrán (ahora teatro Alfonso Garibay).

Aquella obra del fallecido Rogelio Luévano le aclaró el panorama y le indicó la dirección de su vocación. Raúl lo tuvo claro, quería ser actor. “Fue un descubrimiento absoluto de mi ser, de decir qué es esto”.

Tras cursar algunos talleres de actuación en la entonces Casa de la Cultura de Torreón, Adalid tuvo la oportunidad de incursionar

en el teatro local de la mano de Jorge Méndez. Pero sabía que su destino no estaba en la región, por lo que hizo maletas y se trasladó a Ciudad de México.

En la gran urbe estudió la carrera de Literatura, dramática y teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El

curso le permitió reconocer otra inquietud nata, la de la pluma, la de ser escritor.

“Como la carrera también conllevaba mucho el estudio de la literatura a nivel de teatro, se combinaban las dos cosas que estaba buscando, que eran la actuación y la literatura, con la posibilidad de escribir”.

Su carrera comenzó así, con una base afianzada en las enseñanzas de maestros como José Luis Ibáñez, Ludwig Margulez y Raúl Zermeño. Pero desde su convivencia en Torreón con Rogelio Luévano y Jorge Méndez, Raúl ya sabía que el teatro era un espejo de la conducta humana.

“Era gente muy comprometida que te hacía sentir el enorme compromiso que tenía que tener como estudiante, para conocer el desenvolvimiento del ser en la vida. Y uno como actor tenía que ser un espejo de las pasiones humanas y conocerte primero a

ti mismo para poder representar los personajes”.

Con tan solo 20 años, el lagunero subió al escenario del teatro Hidalgo para representar la obra clásica Tartufo de Moliere, la cual ejecutó en 360 representaciones. Así, se impregnó del talento de actores como Alma Muriel, Claudio Obregón o Norma Nazareno.

“Aprendí cómo era el compromiso de un autor, cómo tenía que prepararse, cómo tenía que ser. Entonces tuve una gran escuela (…) Me hicieron amar el arte dramático de una manera muy fuerte”.

Después, el hambre de conocimiento que caracteriza a Raúl, le instó a incursionar en el idioma inglés para representar papeles en esa lengua. En 1996 viajó a Nueva York donde trabajó con la compañía Repertorio Español. Para el lagunero, actuar en otro idioma también es conocer otro mundo.

“Trabajar con esa gente fue una disciplina enorme. El actor tiene que estar muy bien preparado con gente de mucho rigor. Primero fue hacer una audición para poderme quedar en la compañía.

Tener que pensar en otro idioma te obliga también, como actor, a tener que crear tus imágenes para que tengan otro signo; es decir, estar pensando en otro idioma. Y por ende lo signos de la imagen se convierten también en un signo un tanto diferente a como actúas en tu lengua materna”.

Actuar en otro idioma permite al artista explorar otro tipo de sensibilidad, de vitalidad y de comunicación con sus compañeros, sin perder de vista el constante mejoramiento de la lengua y su práctica en el pensamiento.

“Fue una experiencia maravillosa. Fueron dos años de estar allá y sí me enseñó muchísimo, de compartir otro tipo de vida diferente, muy distinta en una ciudad que es una Babel de hierro, donde convives con gente de todo el mundo y tu vida se ensancha, tus experiencias se vuelven diferentes. Entonces, ese tipo de cosas te nutre mucho como actor, porque uno vive

de la vida, de la experiencia”.

Esa misma experiencia fue su combustible para, a la par del teatro, también participar en producciones de cine y televisión. Su talento le ha permitido trabajar al lado de actores como Damian Alcázar, Jorge Zárate, Ana Serradilla, Salma Hayek, Rafael Inclán, Jorge Lavat, Luisa Huertas, Fernando Becerril, entre otros.

Pero si bien ha sido testigo de las grandes crisis que han afectado a la profesión de la actuación, considera que la pandemia de la COVID-19 ha sido la más catastrófica de todas, pues su ámbito laboral se encuentra en pausa, los teatros de Ciudad

de México han estado cerrados desde marzo y el futuro de las producciones cinematográficas tampoco es muy alentador.

“Ha sido muy difícil. A la gente tanto de teatro como de cine, nos ha pegado tremendamente”.

A la problemática se añaden los recortes presupuestales del Gobierno de México en materia de cultura y la desaparición de los fideicomisos cinematográficos como Foprocine o Fidecine. Raúl ha subsistido a base de sus ahorros y ha tratado de adaptarse a las alternativas digitales, donde teatro y cine luchan por sobrevivir.

Pero Raúl Adalid es sincero consigo mismo y opina que llevar de esa manera arte teatral implica dificultades que no

siempre tienen éxito.

Actualmente, para llevar la contingencia, Raúl Adalid se encuentra trabajando en la continuación de su libro Historias de actores, cuya primera entrega fue presentada en 2018.

“Me gusta mucho escribir porque lo hago actuando. Escribo muy en el tono emotivo, de la anécdota, del recuerdo, de lo que me llegaban a decir actores. Ese trabajo de memoria hace que tengas una respuesta emotiva hacia lo escrito”.

Escrito en: cultura Raúl Adalid teatro, Raúl, otro, Adalid

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