El Sainete primero de palacio es un
muy breve juguete teatral. Su función
–en su tiempo–, era ser representado
entre el primero y el segundo acto de
la comedia Los empeños de una casa,
de Sor Juana. En esta obrita, el Alcalde, primero, se alarma de que en el palacio se presente la Esperanza, personaje alegórico de ese recurso del ánimo humano; después, la corre diciéndole lo que hemos extraído de su parlamento de autoridad áulica y que son
los versos que encabezan estas líneas.
Era común que a las cortes –a los palacios de la realeza– se acercaran quienes pretendían algún favor. No pocos lo
que necesitaban era un empleo pero estos y quienes aspiraban a un favor menor eran a fin de cuentas empujados
por la esperanza. Por eso, en el sainete,
la Esperanza no es bien recibida.
Además, en la reacción del Alcalde ante esa verde presencia en el palacio se ve lo desprestigiada que estaba la esperanza, tanto que se le nombra villana. Era inconcebible que un
villano o villana, gente del pueblo,
del vulgo, anduviera por pasillos y
salones del palacio. Los desposeídos
viven con la esperanza; los potentados no la requieren. Aunque la villana se vista de seda villana se queda.
Es pertinente recordar aquí que
en varios lugares de su obra la Décima Musa no se expresa muy bien de
la esperanza y que especialmente en
los sonetos “Diuturna enfermedad de
la esperanza” y “Verde embeleso de
la vida humana” expresa de la esperanza un gran desencanto. Se nota
desde esos primeros versos –que son
sus respectivos títulos– ya que en uno
a la esperanza Sor Juana la llama enfermedad pertinaz y en el otro es una
enajenación. Quién que es no ha expresado lo que en el sainete Sor Juana dice: “la esperanza / por más que
disimule / siempre es villana”.