El suicidio, un problema de salud; 'Cala' cuenta su experiencia tras varios intentos

Un episodio en algún momento de su vida fue el detonante para que un día estallara en silencio, necesitaba ayuda y nadie lo notó, fue el día que decidió terminar con su vida cuando su familia y la gente que lo rodeaba se dio cuenta que algo andaba mal.

Sin embargo hay segundas oportunidades y a pesar de intentar alejarse de una situación de la vida que les parece imposible de manejar, ese episodio quizás fue justamente quien les enseño sacar fuerzas y luchar contra aquellas emociones que la estaban orillando a huir por la llamada “puerta fácil”.

El inicio.

Ella es Cala, su primer intento de suicidio fue a los 14 años, no comprendía el porque se sentía triste, fuera de lugar. Era como muchas, el blanco perfecto del bullyng en la escuela por ser la gordita del grupo, la nerd, y por tal motivo se sentía apartada de todos.

Fue cortando sus muñecas cuando intento por primera vez acabar con todo, la sangre la asustó, y aunque no fueron profundas sus heridas, bastó una simple curación y esconder sus heridas con muñequeras.

Una segunda vez fue con ayuda de una soga, al momento de sentir que el oxígeno le está faltando, la sensación de su rostro hinchado, comenzó a sentir que se estaba ahogando, sin embargo, quizás su otro yo, fue quien la hizo aún lado, y no lo concretó.

Un detonante fue suficiente.

Serena, recuerda que estaba en su casa, mentalmente no se sentía bien, sin embargo su energía estaba al máximo, durante todo el día estuvo cantando, escribiendo cocinando.

Pero ese mismo día también habló con su padre, y casualmente en esa época se comenzaron a desbloquear recuerdos de su infancia, una de estas fue que en su adolescencia su propio padre la había tocado, el pánico se apoderó de ella.

“Empecé a platicar con él, a reclamarle. Él me lo admitió por WhatsApp, y lo que me dijo fue que todos cometemos errores, no me hagas recordar los tuyos. Eso me dio en la madre, me pregunté porque recordé eso, porque lo hizo, yo lo tenía en un pedestal”, comentó.

Y fue al otro día, en medio de su actividad recibe una llamada de su padre.

“Hablar con él me afectaba tanto, no sabía como lidiar con esos recuerdos desbloqueados y con esa versión de papá que no se si por pena, culpa o defensa, me hablaba muy fuerte, y yo colapse”, recordó.

Cala se comenzó a sentir desubicada, perdida, tuvo un “borrón”. Cuando regreso de ese trance, estaba en una patrulla, a su lado una oficial y del otro su madre, quienes en repetidas ocasiones le dijeron que iban a buscar a su pareja, la realidad fue otra.

“Fue ahí cuando me dice mi mamá que intenté tirarme desde la presidencia de Ramos Arizpe, yo le decía que no, pero dos personas le habían dicho lo mismo y son ajenas una de la otra, no es como que se hubieran puesto de acuerdo”, relató.

CESAME

Ingreso al Centro Estatal de Salud Mental (Cesame) por intento de suicidio, obviamente fuera de la realidad, con delirios, con psicosis.

Fue hasta después de 15 días cuando tuvo la atención por primera vez de un psiquiatra que le habían asignado.

Las visitas eran una vez a la semana máximo por 15 minutos, Cala, ya más en su sano juicio, quería saber que pasaba con ella, pero nadie le decía nada, de lo poco que se enteró es que tenía un diagnóstico de bipolaridad.

Salió y la primera realidad que enfrentó es que no tenía trabajo, al igual que su pareja, en casa no había despensa, sin embargo y después de todo lo que vivió fue suficiente para de nuevo agarrar fuerzas y buscar trabajo.

“Volver a la vida, a la sociedad después de un mes, si está muy cabrón, no te sientes parte de esta. Me decía una amiga que me visito el mismo día que salí que hasta mi mirada era diferente, me veía como zombie, y es que en el Cesame lo que hacen es que te atiborran de medicamentos, que si te controlan, pero son en dosis muy altas que te tienen así todo el día”, expuso.