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Dichos de Sor Juana

Se amartelan no de la belleza que es sino de la que ellos piensan

SAÚL ROSALES

Desde los clásicos griegos, especialmente los Diálogos, de Platón, la belleza –lo bello– ha provocado innumerables especulaciones filosóficas y literarias. En el adagio de Sor Juana que se lee arriba aparece el problema –o tema– de la relatividad de la belleza, no como ente filosófico sino como apariencia de la mujer. Según el adagio citado, la mujer que para algunos es bella en realidad no lo es, sino que la belleza que le atribuyen es la que conciben por sus propios impulsos o concepciones, la que llevan en su mente

El adagio que viene alimentando este comentario y que suena como murmuración entre mujeres viperinas procede de la comedia Los empeños de una casa. Pero no es de mujer; es de un hombre. Lo dice Castaño, sirviente del galán don Carlos porque se ha disfrazado de mujer para ir a cumplir un encargo.

Durante un monólogo gracioso, Castaño se ha vestido de dama y echado un manto en la cabeza y según se encuentra dice: “Es cierto que estoy hermosa. / ¡Dios me guarde, que estoy bella!” Más adelante viene su crítica a los hombres acosadores: “Ya estoy armado y quién duda / que en el punto que me vean / me sigan cuatro mil lindos / de aquestos que galantean / a salga lo que saliere / y que a bulto se amartelan / no de la belleza que es / sino de la que ellos piensan”.

Un dicho reza que la peor crítica de una mujer procede de otra mujer. Aquí, la de Sor Juana no procede de una mujer sino de un hombre en papel de mujer. Sin embargo, como palabras de la Décima Musa están preñadas de la a veces relativa verdad de los dichos; de algunos hombres puede decirse lo que Sor Juana dice: “se amartelan / no de la belleza que es / sino de la que ellos piensan”.

Escrito en: Dichos de Sor Juana sino, Juana, mujer, belleza

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