EDITORIAL

El long COVID, esa angustia perenne…

DOBLE FONDO

JUAN PABLO BECERRA

Nueve de cada diez personas que fueron afectadas por la COVID-19 manifiestan problemas emocionales.

Todo el primer semestre de este año estuve reporteando el asunto. Busqué datos y testimonios de médicos y contagiados, y lo que hallé es que la pesadilla que provoca el virus SARS-CoV-2, la enfermedad COVID-19, no termina para todos cuando el coronavirus ha sido derrotado por el organismo de los pacientes. Muchos de quienes sobreviven este padecimiento enfrentan el llamado "síndrome post COVID", o long COVID, como se le denomina en inglés: de acuerdo a cifras recabadas hasta junio, tres de cada diez pacientes que han tenido COVID-19 han padecido secuelas, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Entre los afectados, dos de cada diez tienen afectaciones persistentes o prolongadas. Por ejemplo, hasta el 20% tiene repercusiones cardiovasculares, pulmonares y neurológicas con afecciones al sistema nervioso central.

En el ISSSTE (datos hasta mayo de este año), el 10% ha tenido daño pulmonar que requiere rehabilitación consistente.

En hospitales privados, como Médica Sur, de acuerdo a las cifras del 2020 recopiladas en enero de este año, se estimaron en 20% los pacientes con secuelas. Es de 7% el porcentaje de pacientes con consecuencias graves y de 1% con afectaciones muy graves.

En ambos casos, tanto en hospitales públicos como privados, nueve de cada diez personas que fueron afectadas por la COVID-19 tienen problemas emocionales de diversa magnitud: miedo, estrés postraumático, pánico, angustia, desesperación, paranoia.

En junio entrevisté a la doctora Clara Lilia Varela Tapia, médico especialista en Rehabilitación, con alta especialidad en Rehabilitación Cardiaca, y encargada en ese entonces del Área de Rehabilitación Cardiopulmonar de la Unidad de Medicina Física de la Unidad Médica de Alta Especialidad "Doctor Victorio De la Fuente Narváez", perteneciente al IMSS en Ciudad de México, quien me daba las cifras del Seguro Social:

- Si hablamos de porcentajes, ¿quiénes podrían tener síntomas persistentes? En promedio el 30% de toda la población que cursó con COVID (en el IMSS). Y de ese treinta por ciento, el 80% pudieran ser síntomas que pueden irse eliminando y retirando poco a poquito, y el resto (20%) son los que pudieran persistir por tiempo mucho más prolongado y que pudieran ser las (secuelas) graves, a lo mejor síntomas cardiovasculares, pulmonares y neurológicos con afección definitiva al sistema nervioso central.

La doctora me dijo que las emociones suelen estar muy afectadas entre quienes padecieron la COVID-19 de forma severa, al grado de sentirse, por momentos, en peligro de muerte súbita por falta de capacidad respiratoria.

- El factor emocional exacerba la sintomatología orgánica. Por ejemplo, con trastorno del sueño: el paciente tiene interrupción del sueño porque siente que en cualquier momento puede bajar su saturación y se está colocando el oxímetro y eso no le permite dormir. El no dormir es una bola de nieve que le va a causar fatiga. Lo que más encontramos es fatiga, sensación de falta de aire que es combinado con un componente respiratorio y uno emocional: dolor de cabeza, problemas de atención, concentración, memoria.

- ¿Lo emocional, gente que somatiza, que tiene terror, que siente que le va a volver a dar?

- Así es, muchísimos. Yo me atrevería a decir que el 99.9% viene con el factor emocional.

Escrito en: cada, diez, COVID-19, cifras

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