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La tinta vasca de Pío Baroja en su 149 aniversario

Pamplona dejó huella en este escritor históricamente relacionado con la Generación del 98

La tinta vasca de Pío Baroja en su 149 aniversario

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SAÚL RODRÍGUEZ

En 1955, el periodista español Juan Sampelayo se trasladó al barrio de Alzate, en Navarra, con el objetivo de adentrarse en la casa del escritor Pío Baroja y entrevistarlo para la Cadena SER. Un audio sobrevive de ese encuentro. En él, la voz de Baroja (entonces de 83 años) responde a las preguntas de Sampelayo; anécdotas, vida cotidiana, literatura, filosofía, son algunos de los tonos en que se afina el registro del vasco.

Pío Baroja nació el 28 de diciembre de 1872 en la ciudad de San Sebastián, en la casa registrada con el número seis de la calle Oquendo. Tiempo después, su familia se trasladó a Madrid y luego a Pamplona, en Navarra. Fue allí donde Pío acentuó su apetito lector hacia los clásicos juveniles: Julio Verne, Robert Louis Stevenson, Thomas Mayne-Reid y Daniel Defoe se presentaron como sus primeros maestros en letras.

Pamplona sin duda dejó huella en este escritor históricamente relacionado con la Generación del 98. Su abuelo abrió una fonda en la parte interior de su edificio y eso le permitió ver desfilar a toreros, artistas y escritores. Pío siempre lo dijo: ser quien era se lo debía a Pamplona.

De vuelta en Madrid, Baroja comenzó sus estudios de medicina y frecuentaba círculos literarios, donde fue atraído por el arte y la bohemia. La vida lo llevó a Valencia para terminar sus estudios, luego vino una época de viajes. Estos y otros percances resultaron motor para que en 1900 publicase Vidas sombrías, su primer libro, un recopilatorio de cuentos.

Fue justo la atmósfera que envolvía al escritor, la obra que publicó posteriormente y su papel como una de las figuras literarias más importantes de España, instó a Juan Sampelayo a viajar a Alzate, a la casa que el maestro Pio Baroja había conseguido gracias a las ventas de sus libros. Generando así uno de los registros más importantes del escritor a meses de su muerte.

El periodista describe en el audio la biblioteca del maestro, como esa maravillosa estancia de viejos libros que don Pío había ido comprando a lo largo de los años, gracias a sus viajes por el orbe. También recalca la presencia de grabados y obras de arte. Describe al maestro con su boina vasca y buena salud. Una pregunta sobre la lectura hace notar el carácter auténtico de quien también escribiera trilogías como El pasado.

“En general no sé, pero ya me he aburrido mucho de leer. Y es lógico, porque un hombre aunque sea preso de la literatura, lee obras de todas partes, de todas las edades y de todo. Haber estado leyendo cincuenta años o más, haber empezado a leer a los 17 años y ahora tengo 83”.

Enseguida, la voz de Pío Baroja no escatima en revelar su pensamiento ante el interés que en esa época mostraba el pueblo español sobre la lectura.

“No sé si tiene más afición, no sé. Vaya usted, por ejemplo, a Madrid. ¿Qué autores se venden bien? Muy pocos, al menos eso creo. Y hay mucha gente que casi le dejan un libro y lo deja en el agua, como diciendo ‘esto no vale la pena leerlo’, sin leerlo. No veo afición a leer”.

Comentando sobre los intereses de la mayoría, tampoco duda en mostrar su poco interés hacia algunos espectáculos: ir al teatro, al cine, a los toros. Al entrevistador se le ocurre preguntarle por el futbol y la respuesta es tajante: “A mí me interesa más un asesinato, raro, complicado, pero… ¿un partido de futbol? Ni lo miro siquiera”.

Entonces, el concepto de la soledad escapa de su boca tras describir cómo vivía en esa residencia de Alzate. “Si me dan a elegir entre la soledad y la mayoría de la gente que vive en el pueblo, pues prefiero la soledad. Para dos casos de personas que valen la pena hablar, los demás son una gente muy insignificante”.

Crítica de Ortega y Gasset

Si bien Pío Baroja fue afectado por malquerencias causadas por sus opiniones sobre ciertos aspectos, haciendo que quizá algunos críticos de su época reflejaran subjetivamente sus desacuerdos en sus escritos, fue el filósofo José Ortega y Gasset quien aportó uno de los estudios más analizados sobre la obra del vasco: Pío Baroja: anatomía de un alma dispersa (1912).

Según Francisco Fuster García, doctor en Historia Contemporánea de la Facultad de Geografía e Historia Universidad de Valencia, en su artículo Para leer a Pío Baroja: Una meditación de José Ortega y Gasset, el filósofo consideraba que las novelas barojianas no alcanzaban la suficiente madurez para que el autor fuese considerado un gran novelista español. La razón que se defiende es que los textos de Pío Baroja adolecían de los mismos defectos: la afirmación de un hombre desencantado con la España que le había tocado vivir.

Escrito en: literatura Pío Baroja Baroja, gente, escritor, Ortega

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