EDITORIAL

Irracional

Carlos Elizondo

El motor de nuestra economía son las exportaciones de manufacturas y las crecientes remesas. La manufactura ha impulsado el desarrollo de los países a través de empleos de mayor productividad y mejores salarios. Por eso a los países desarrollados antes se les llamaba industrializados.

Ser parte de Norteamérica nos da hoy una ventaja para atraer más inversión. El gobierno ha entendido la importancia de la integración comercial con esta región y existe un esfuerzo por buscar profundizar las cadenas productivas.

Sin embargo, hay un prerrequisito para lograrlo: electricidad cierta, verde y a precio adecuado. Plantas manufactureras nuevas o ampliaciones de las existentes son pospuestas por falta de certeza en el suministro eléctrico. Si la inversión de Tesla no se concretara por esta incertidumbre, será otra oportunidad desperdiciada. O si no llega, porque se usa la disponibilidad de electricidad como mecanismo para tratar de llevar inversión cerca del AIFA, el gobierno dejará una estela de desconfianza.

El desarrollo estabilizador de los años sesenta fue un proceso de industrialización que requería suministro eléctrico. Este fue provisto por la CFE. Era un mundo donde eran mucho más caras las inversiones para cada planta eléctrica, y no se habían desarrollado mecanismos para compartir redes de transmisión. Casi todos los países optaron por centralizar el sector en una empresa nacional.

Éramos también un país mucho menos complejo: 35 millones de habitantes, frente a los 127 actuales. El gobierno era más competente, los expertos tenían más peso y las obras del país partían de un plan.

La tecnología también ha cambiado. Ahora no sólo es posible, sino deseable, tener múltiples proveedores de electricidad.

La CFE pierde hoy en día más dinero que en el sexenio anterior. Ha anunciado muchos proyectos, pero casi no ha expandido la capacidad de generación eléctrica. El sector privado puede hacer esas inversiones y la CFE podría ganar en transmisión y distribución, donde es monopolio y tiene el mayor margen de ganancia. Solamente en Monterrey y en Altamira, el gobierno ha obligado a Iberdrola a desconectar dos plantas de la red de transmisión, cuando la CFE no parece tener capacidad para garantizar el suministro eléctrico a nuevas inversiones manufactureras en la zona.

Tampoco tiene la flexibilidad ni rapidez para reaccionar a las necesidades cambiantes del mercado. Ningún actor centralizado podría hacerlo. La reforma eléctrica del 2014 incentivaba la inversión de múltiples actores, públicos y privados. Todo en la vida es perfectible, pero si hubiéramos continuado con los planes de crecimiento del sexenio anterior, hoy tendríamos disponibilidad del fluido eléctrico -el cual sería ambientalmente más sustentable- así como un sistema eléctrico más robusto.

Fiel al estilo de la casa, lo nuevo es la absurda política de darle todo el poder a la CFE. Ningún país hoy busca algo así, al contrario, promueven las energías limpias y la ampliación de quienes ofrecen electricidad.

¿AMLO vive en una burbuja ideológica o de desinformación, secuestrado por quienes ganan políticamente con esta política eléctrica? ¿Por qué AMLO está dispuesto a sacrificar el crecimiento del país y por lo tanto el bienestar del votante? Es difícil la respuesta, ya que Morena no gana más votos con esta política, ni la sociedad demanda una CFE hegemónica. Los mexicanos quieren empleos mejor remunerados, no sufrir la emigración indocumentada de una hija o hijo.

La actual política eléctrica es irracional desde el tecnocrático punto de vista de aumentar el PIB, y por lo tanto el bienestar del mexicano. También lo es en materia ecológica. Producimos electricidad más sucia. El año pasado se más que duplicó el uso del carbón en la generación de electricidad y disminuyó la generación de energía solar o eólica. ¿Dónde está la racionalidad de todo esto?

@carloselizondom

ÁTICO

Darle todo el poder a la CFE es una política absurda que sacrifica el crecimiento del país y el bienestar ecológico.

Escrito en: país, electricidad, gobierno, política

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