La provisión de beneficios ambientales es totalmente gratuita, sin embargo algunas actividades económicas la degradan y deterioran de tal manera que estas oportunidades de generar servicios se pierden. Una forma de demostrar la importancia de dichos servicios es a través de su valor económico.
Actualmente, la valoración económica del medio ambiente y su influencia en el bienestar humano han tomado relevancia en el ámbito académico así como en agencias donantes y proponentes de desarrollo. Sería esperanzador que dicho interés contagiara a otros sectores de la vida pública, en particular a las autoridades municipales y estatales de la república.
Existen diferentes enfoques para valorar los servicios ambientales de un ecosistema: se pueden valorar en base a la importancia que tienen para la sociedad, o partiendo del valor intrínseco o propio del servicio ecosistémico.
La valoración económica de los servicios ambientales es necesaria para ayudar a que la gente entienda su importancia. Al valorarlos se pueden tomar mejores decisiones de gestión.
Según la visión económica convencional, la valoración es una medida de la capacidad de los ecosistemas para satisfacer necesidades esenciales a la vida. Se puede valorar el ecosistema desde distintas perspectivas: una basada en el ser humano y el valor que este le asigna a los bienes y servicios del ecosistema, y la otra basada en las características propias de cada ecosistema; esta última considera la valoración cultural, espiritual y religiosa.
Se puede emplear para evaluar el aporte del ecosistema al bienestar humano, para decidir entre distintas formas de manejo del ecosistema y para evaluar las consecuencias de otras decisiones posibles.
Una aplicación directa de la valoración de los servicios ecosistémicos es el conocimiento de la pérdida de estos servicios y la manera en que esto afecta a diferentes poblaciones, directa e indirectamente.
Por eso, el propósito de valorar los servicios ambientales es que la población involucrada tome conciencia de lo que tiene y que a partir de esto desarrollen iniciativas que permitan conservar estos ecosistemas y sus servicios, es decir, que las comunidades mejoren a raíz de la conservación.
Está muy claro que valorar los beneficios ambientales por su importancia ecológica no es suficiente, es necesario hacerlo desde la perspectiva de su utilidad económica.
El Valor Económico Total clasifica los distintos tipos de valor económico de los servicios de los ecosistemas, según la vinculación entre los seres humanos y el ecosistema.
La economía considera principalmente los bienes tangibles, esto es, aquellos que tienen precio en el mercado, quedando la valoración de los intangibles a un lado. En este enfoque de valoración económica de los servicios ambientales, se incluye el valor de uso directo, como los alimentos, recreación, madera y fibras, la investigación, la provisión de aguas, entre otros, y el valor de uso indirecto, como la captura de carbono y la belleza escénica.
Una manera de solucionar la falta de valoración de los bienes y servicios intangibles es realizando una valoración económica a través de diferentes métodos que consideran la forma en que los servicios afectan la calidad de vida de las personas. Esta valoración económica es conocida como el valor de no uso, el cual incluye el valor de opción, como la conservación de especies, conservación de hábitat y potencial farmacéutico de las especies de la flora; el valor de existencia, como la estética ambiental y la conservación, y el valor de legado que hace referencia a la preservación para las generaciones futuras.
Uno de estos métodos el de Valoración Contingente, fue usado para valorar económicamente los servicios ambientales del bosque de Ixtapaluca en el Estado de México, los autores de esta investigación reportan resultados económicos con un valor monetario anual aproximado de $36 millones 852,900 pesos (Larque y colaboradores, 2004).