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Las soledades de Gisela Leal

Su nueva novela retrata en páginas aquella sensación de separarse del mundo

La autora mexicana Gisela Leal muestra la lucha de los individuos ante las pasiones humanas (CORTESIA)

La autora mexicana Gisela Leal muestra la lucha de los individuos ante las pasiones humanas (CORTESIA)

SAÚL RODRÍGUEZ.

Afirma que a lo largo de su carrera literaria se ha replanteado una variedad de conceptos. No obstante, su idea de la soledad no es uno de ellos. La escritora regiomontana Gisela Leal ha regresado al ejercicio escrito con la publicación de La Soledad en tres actos (Alfaguara, 2023). En este texto, La Soledad (así, en mayúsculas) es una figura que mira impotente entre el desamparo y desmoronamiento, en ese espacio sin fondo donde suelen caer las personas y las relaciones.

"Tomo y retomo este tema en todas mis novelas porque creo que la soledad es uno de los estados que más daño nos pueden hacer; es algo que duele tanto que, cuando está presente durante más tiempo del necesario, puede llegar a enfermarnos, incluso a matarnos; sólo hay que ver las consecuencias que nos dejó el aislamiento que generó la pandemia".

Originaria de Nuevo León, Leal pasó su infancia en el municipio de Cadereyta y cursó sus estudios profesionales en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Su primera novela, titulada El club de los olvidados (Alfaguara, 2012), se publicó cuando ella tenía apenas 24 años de edad. Su nuevo material arroja un texto inquietante, el cual formula preguntas urgentes construidas con ladrillos de sorna e ironía, cuestiones que se quisieran pensar lejanas, pero que afloran con dolo en la cercanía.

"Enfrentar La Soledad, sentirse alienado del mundo, es algo a lo que sin darnos cuenta nos vamos acostumbrando".Antonia, la protagonista, encarna esa sensación de estar separada del mundo, una normalidad antinatural para cualquier ser humano. La novela edifica un tríptico de 608 páginas, inspirado en estructura de la Divina Comedia de Dante e ilustrada en su portada con el Jardín de las Delicias que El Bosco pintara entre 1500 y 1505. Las tres escenas tienen al pecado como común denominador. Leal registra cómo se intenta dominar las pasiones antes de que ellas aborden al individuo.

¿Por qué decidir abordar La Soledad desde tres actos, como si fuera un tríptico, símil al Jardín de las Delicias que aparece en la portada?

Uso a La Soledad como una figura. A lo largo de la historia vamos viendo el proceso de decadencia de esta hacienda, que es el recipiente material de todas las decisiones y acciones de los personajes que la habitan y de la sociedad que le rodea; La Soledad es un microcosmos cuya intención es representar un todo, y donde se reflejan las consecuencias de las decisiones de los hombres. La idea de hacerla en tres actos viene un poco de la estructura de La Divina Comedia, sólo que aquí se desenvuelve al revés: en lugar de ser Infierno, Purgatorio y Paraíso, aquí el Primer Acto es el Paraíso, cuando todos eran felices en mayor o menor grado y en el cual, sin bien no estaban libres de pecado, aún no lo cargaban tanto; el Segundo Acto es el Purgatorio, y es cuando la historia y varios de sus personajes están cruzando el umbral entre el bien y el mal, dando ese paso que puede llevar a un punto de no retorno; el Tercer Acto es el Infierno, la destrucción total, cuando se ha caído tanto que ya no hay salvación.

´¿Consideras que la presentación de Teresa al principio de la novela puede responder a la condición humana de sentirnos escritores frustrados de nuestra propia vida: queremos reescribir el pasado, pero no podemos?

Creo que es muy fácil ver en retrospectiva nuestra vida y pensar en aquello de lo que nos arrepentimos; en lo que, si nos dieran oportunidad, haríamos cualquier cosa por cambiar. Es verdad que resulta muy frustrante ver cómo el tiempo pasa, muchas veces sin percatarnos de ello, y de pronto darnos cuenta de que estamos en un lugar muy distinto del ideal, muy lejos del que nos gustaría estar. A Teresa le ocurre eso al pensar en su matrimonio y en su hija, algo que ocurre en su vida sin habérselo pensado mucho, sino sólo porque le parece que es lo que sigue por hacer. Cuando el momento de la realidad llega, entonces se da cuenta de que esto no es para nada lo que quiere. Claro, el problema es que, en su caso, hay una creatura de por medio, que termina siendo la que paga las consecuencias de sus malas decisiones.

´Si todo sucede demasiado rápido, ¿de qué manera los personajes de tu novela conviven con esa inmediatez?

Hay una diferencia entre cómo lo viven los niños a cómo lo viven los adultos. Los días de Antonia y Nicolás transcurren (como creo que sucede en la mayoría de las infancias), mucho más lentos, en un tempo más tranquilo. Recuerdo que de niña una estación del año era una eternidad; un año ni se diga. Imagino que tiene que ver, en parte, con que de niños todos los días estamos descubriendo y aprendiendo cosas nuevas, y que tenemos mayor capacidad de sorpresa. Conforme vamos creciendo esto se reduce, muchas veces hasta su extinción. Por otra parte, cuando somos niños no solemos tener una agenda, unas ambiciones, una meta fija a la cual llegar; ya sea porque nuestra corteza prefrontal todavía se está formando, o tal vez porque somos suficientemente felices que no necesitamos de todas esas ambiciones. Por eso nuestros días transcurrían sin la prisa por llegar a un lugar que de adultos tenemos. La inmediatez es una más de las grandes tragedias de los tiempos que corren.

´Has hablado sobre que el amor y la amistad nos ayudan a crearnos ilusiones para no sentirnos solos, ¿qué peso tienen estas ilusiones en tu obra?

Todo. Antonia sobrelleva la soledad que siente a raíz de la ausencia (emocional, que no tanto física) de su madre con la llegada de Nicolás a La Soledad; a pesar de que este no sea la mejor compañía que puede tener, es tanta la necesidad de conexión que tiene Antonia que le basta para depositar en él todas sus ilusiones. Nicolás hace lo mismo (en su caso para compensar la relación disfuncional con su padre) a la llegada de Sebastián, quien, por un momento, le hará sentir acompañado e, incluso, feliz. Vemos esta misma dinámica entre Dionisio y Teresa, y entre Antonia y Alana. Vemos esta dinámica en todos lados porque es uno de los mecanismos de supervivencia más usados por nosotros.

´¿Crees que la literatura puede crear salidas luminosas ante estas situaciones? ¿Notas que La Soledad en tres actos puede ofrecer esta especie de salida?

Estoy convencida de que la literatura crea esas salidas; lo ha hecho conmigo, y creo que con todas las personas que aman la literatura. Si la amamos no es sólo porque resulte entretenida, sino porque nos hace sentir acompañados, un poco menos solos. Me gustaría pensar que esta novela logra hacerlo también.

Escrito en: cultura La Soledad en tres actos novela Soledad, tres, todas, Leal

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