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Don Armando Villa, el vocero incansable de El Siglo de Torreón

A lo largo de sus más de 20 años en este oficio, ha recorrido diversos lugares de la Comarca Lagunera

Don Armando es uno de los voceros que más periódicos vende diariamente. (VERÓNICA RIVERA / EL SIGLO DE TOREÓN)

Don Armando es uno de los voceros que más periódicos vende diariamente. (VERÓNICA RIVERA / EL SIGLO DE TOREÓN)

VERÓNICA RIVERA

En el cruce entre la Calzada de los Nogales y la Calzada Salvador Creel de Torreón, se erige un personaje entrañable: Don Armando Villa Emiliano, un hombre de 71 años, vocero de El Siglo de Torreón por más de dos décadas. Conocido como "El Tesorito", se desplaza entre las esquinas de este punto estratégico, siendo una figura difícil de encontrar.

Originario de Álvaro Obregón, un ejido del municipio de Lerdo, Durango, Don Armando se levanta cada día antes del canto del gallo para estar listo a las seis de la mañana, cuando lo recogen para comenzar su jornada. Antes de ser vocero, trabajaba como obrero en una fábrica de cerámica. Cuando el negocio cerró, buscó formas de sostener a su esposa e hijos, y así llegó a convertirse en el vocero que es hoy.

A lo largo de sus más de 20 años en este oficio, ha recorrido diversos lugares de la Comarca Lagunera, estableciéndose hace más de 15 años en este punto de venta, donde antes trabajaba una de sus hijas. ¿Qué hace tan especial a Armando? Es uno de los voceros que más periódicos vende diariamente, alcanzando entre 70 y 80 de lunes a sábado, y hasta 120 los domingos.

Cuando se le preguntó sobre su estrategia de venta, respondió con sencillez: "Tener carisma, portarse bien con la gente, todo eso cuenta mucho. Cuando yo empecé aquí, si me daban el periódico y me decían 'démele a la vuelta', sin titubear se lo daba, y luego me pagaban el periódico y me daban mi propina".

A pesar de más de dos décadas como vocero, nunca ha faltado un solo día al trabajo. Aunque solo una vez no estuvo presente: en diciembre pasado, cuando su esposa falleció. Recuerda con añoranza que este mes cumplirían sus bodas de oro. "Yo quería venir a trabajar, pero mi hija me dijo, papá, ¿cómo vas a ir a trabajar? Solo ese día falté, el 15 de diciembre", compartió.

Don Armando destaca que su trabajo como vocero le proporciona ingresos suficientes para mantenerse y que está agradecido por ello. La apreciación de la gente y la pasión por su oficio lo mantienen contento, y espera seguir haciendo lo que más le gusta mientras la vida y la salud se lo permitan.

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